domingo, 27 de noviembre de 2016

Cuando la libertad son solo palabras


Continuemos hablando de libertad.



Cuando la libertad son tan solo palabras.





Imagínate que vives en España en el año 1990, como individuo se te reconoce la libertad de expresión, pero…, ¿Posees la facultad para expresar tu opinión?

El tema de poseer opinión lo trataremos en otra ocasión. Ahora centrémonos en contestar la anterior pregunta. Para poder ejercer tu derecho debes tener la capacidad de acceder a una imprenta, a una radio, a la televisión o cualquier otro medio que sea capaz de satisfacerlo. Llegados a este punto ya empezamos a entrever lo complicado de hacer llegar tus ideas a la luz pública.  Posees sin duda la libertad de expresarte, sin embargo, es difícil conseguir hacerlo. Tienes la libertad de hacerlo, pero careces de los medios “para” hacerlo. Según algunos filósofos la libertad “de” es negativa, siendo solo positiva la libertad “para”.

A pesar que hoy en día afortunadamente parece que, gracias a las nuevas tecnologías, sí que es posible hacer llegar tu pensamiento a todo el mundo, esto es relativamente cierto, ya que hoy por hoy los grandes medios de comunicación pertenecen a las corporaciones, y son estos los creadores de opinión que gozan de amplia difusión, y lo que es peor de mayor credibilidad.  

Sería como comparar la capacidad de expresión individual con aquella que se ejerce en las dictaduras mediante el uso de máquinas de impresión de octavillas. Y de todas formas si opinamos del elenco de ideas del sistema, seguimos estando inmersos en la ideología de este, y sí, este nos otorga “libertades” pero no libertad, nos otorga conocimientos, pero no el conocimiento del desconocimiento. ¿Cómo acceder a la verdad desde un sistema social que la simula?, ¿Cómo se accede al pensamiento libre hallándonos inmersos en la manipulación?



© Abufalia (Ángel navarro batista) 2016

viernes, 25 de noviembre de 2016

Conocimiento y verdad para la libertad


Buscar la libertad para ser verdadero.





Suele definirse la libertad como la facultad de elección entre las diferentes opciones. Partiendo de este postulado muchas veces me he preguntado si es factible y accesible esa elección en libertad. Creemos que las opiniones que poseemos son genuinamente nuestras, tenemos ideales, ideas, sentimientos y convicciones tan arraigados que consideramos como propios, que defendemos con firme convicción y resolución, sin detenernos a conocer porqué los hemos hecho propios y abrazado fervientemente.

Todo empezó cuando quise ampliar mis conocimientos de la revolución francesa; paradójicamente esta me llevo a revisar un periodo clave de mi historia, la transición española a la democracia. Este viaje me condujo a una epifanía personal fascinante, debo constatar que no fue fácil asimilar el golpe, tal vez tardé más de un año en asimilar la verdad, pero el viaje ha merecido la pena.

Como tras una caída me sentí trastabillar preguntándome quien soy realmente. Mis ideales socialistas, aunque bastante dañados eran claros y muy definidos. Tras conocer la realidad puedo afirmar que todo se ha roto, se ha roto la realidad incluso ya que el contorno y el entorno ahora son diferentes. Parece ser que la verdad en ocasiones produce desrealización. De esta forma pude darme cuenta que había defendido posiciones vivenciales tan solo porque las había hecho mías sin más, sin mediar en ello más que superficialmente. Existen en la sociedad varias tendencias en forma de ofertas vivenciales, y yo simplemente había escogido una de ellas. Como si de un producto de consumo se tratara, que básicamente es en realidad eso. Para más inri nadie me había obligado a ello, razón de más para creer que era una elección en libertad, sin embargo, tan solo estaba consumiendo prototipos del sistema.





© Abufalia (Ángel navarro batista).






martes, 22 de noviembre de 2016

León Felipe y Quevedo. Pensamientos

Decía León Felipe:


Yo no sé muchas cosas, es verdad.
Digo tan sólo lo que he visto.
Y he visto:
que la cuna del hombre la mecen con cuentos,
que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos,
que el llanto del hombre lo taponan con cuentos,
que los huesos del hombre los entierran con cuentos,
y que el miedo del hombre…
ha inventado todos los cuentos.
Ante esa tiranía del miedo queda la palabra de Quevedo:
No he de callar por más que con el dedo,
ya tocando la boca o ya la frente,
silencio avises o amenaces miedo.
¿No ha de haber un espíritu valiente?
¿Siempre se ha de sentir lo que se dice?
¿Nunca se ha de decir lo que se siente?

La música de mi amigo.

  Denominar sólo música es quedar corto. Es una obra filosofica/psicologica y más cosas que iré descubriendo, recordando. Tengo el placer de...