sábado, 23 de diciembre de 2017

Libertad es responsabilidad









El Sol recorre su trazado alzándose lentamente en una mañana de diciembre. Desaparecida la conexión vampírica, es agradable la persiana alzada. La luz es ahora un abrazo de calidez prometida. Olvidada la fuerza del verano, reducida ahora a molestos recuerdos. Han pasado unos malos días. El Sol invita con su atmosfera cálida a un abrazo y paseo. Salgo pues al encuentro sin dilación. Una promesa química de apaciguamiento con euforia. Tras mucho deambular con creciente dolor generalizado, nada, una farmacia no tiene, otra tiene, pero no puedo pagar con tarjeta por mala conexión. Nada aquí, nada allá. El regreso es inminente y al mismo tiempo es una conquista. Sin saber, acabo de cambiar de conciencia al asumir la derrota de las promesas farmacológicas. Me encuentro bien ahora; no me duele nada.

Más adelante es la confirmación del puro desconocimiento. Una bolsita de marihuana y un trocito de hachís, para culminar una papelina con restos de cocaína. En el suelo, al lado de un automóvil. Lo recojo y guardo todo. Parece que a pesar de todo estará presente la farmacología. Ya no era perentoria ahora mismo, pero se agradece su presencia gratuita.

He pasado dos horas buscando farmacias. Es un juego conseguir productos controlados por la moral y la fuerza o poder.

Tras años de práctica se llegan a unas curiosas conclusiones. Y se adquiere una metodología rayana en la perfección, en cuanto a la tipología del dispensador, el iniciado, el chamán que puede proporcionarte el soma.

De momento los he dividido en tres tipos:

-          El moralista. Este drogata no se va a comer nada. O receta o nada.

-          El dependiente. La receta no es un medicamento controlado, aunque si regulado. No pasa nada.

-          El dueño A. Sin receta no puedo.

-          El dueño B. Sin receta no puedo, pero…

-          El dueño C. ¿Algo más?

¿Decir que la mayoría de los negacionistas a dispensar sin receta, son propensos a ceder mediante ingeniería social? ¿Hace más buenas a las personas?

¿Cómo puedo demostrarme a mí mismo responsabilidad si la ley me lo impide? No soy libre.

¿Responsabilidad solo para ellos? Para ello. Qué más da.

Vampiro no retornes. Todos los alcaloides estimulan receptores y liberan neurotransmisores cruzados. ¿Por qué no comprar una botellita de cava del barato? Y vino pasable. No soporto muy bien la mezcla cannabica mas alcohol, pero esa puntita de cocaína presuntamente de mala calidad, ha resultado ser estimulante. Presumo la presencia de cafeína cristal más cocaína. De todas maneras, ha sido la responsable de este testimonio.

Me dice el vino y el cava que ellos también han intervenido, y es justo reconocerlo.

Muchos actores. ¿Muchos actores? Es posible. Pero tan solo hay un actuante. ¿O es una falacia? Claro, no son actores. Aunque parecen actores. En realidad, son desencadenantes. ¿Los estados de ánimo? Una tormenta electroquímica. Si son desencadenantes.

Pues eso. Un relato de fiestas borrachas de cualquier porquería.

Abufalia © Ángel Navarro Batista diciembre 20017

lunes, 30 de octubre de 2017

Extraña noche de octubre


  Alejo Carpentier fue capaz de escribir prosa musical; la música más barroca concebible y la más mágicamente anclada en la tierra. Desde la Consagración de la primavera a los brujos negros, a las negras con el culo como sillares de monta. A esa Cuba donde se mudó tras nacer en Suiza en 1904. En Los pasos perdidos, el protagonista nos lleva en un viaje por la selva, un adentramiento iniciático cuya meta es encontrar el origen de la música en viejos instrumentos y formas de habla. En la selva escuchamos todos los sonidos de la naturaleza a medida que el personaje se integra paulatinamente a este mundo, y se relaciona con los habitantes, aunque finalmente esta integración resulta bastante superficial.

Existe en la parte baja del montecito que ofrecía años pretéritos la visión de la costa. Un merendero equipado con mesas de madera, bancos de madera en forma de travesaños para sentarse a la mesa.  Los arboles a no más de dos metros, una fuente con agua, papeleras y cierto orden arquitectónico, apoyado por la presencia de una pared que separa en tres zonas, la existencia de tres pares de mesas. Da al lugar la apariencia deseada de una zona conquistada al ocio. Que pronto será engalanada con cintas de colores, chuches se esparcirán por las quemadas maderas. Globos engarzados en las cuerdas bailaran con las banderitas de cumpleaños, al son de los 4 vientos. El sonido de los motores de coches o motos; las puertas que se abren y cierran, el correteo de niños y sus gritos. La prestancia de los padres en desplegar entre los árboles, contra el viento y el olvido de chinchetas o cinta adhesiva, todas y cada una de aquellas filas de banderines. Y los globos pacientemente hinchados se alzan según la destreza y los medios, que hayan previsto los padres. Que los abuelos criticarán y los hijos nietos aplaudirán. Con las manos y bocas llenas de nubes y chuches. Se consumen pizzas y pasteles de mercadona. Otros consumen pizzas de Tele Pizza, mucha coca cola y red Bull. Y cervezas y cavas.

Más tarde vendrán los consumidores de todas las formas de cannabis. Camino entre los restos de la fiesta ritual. Hace poco han abandonado el espacio y decido participar, de manera poco ortodoxa eso sí; un simple paseo por la zona mientras me dirijo a la carretera.

Un billete de 50 euros está entre la basura. Lo recojo con incredulidad mientras lo agito, lo hago sonar sin creer que es auténtico.

Debería estar acostumbrado, pero siempre me asombra.

Extraña noche de octubre



Ángel Navarro Batista © Abufalia 30/10/2017

La música de mi amigo.

  Denominar sólo música es quedar corto. Es una obra filosofica/psicologica y más cosas que iré descubriendo, recordando. Tengo el placer de...